La incapacidad que están mostrando las CCAA para reducir drásticamente gasto público superfluo, aunque bien podría considerarse que se trata más bien de una falta de voluntad radical para ello, les está llevando a una loca fuga fiscal hacia adelante, sometiendo a tributación todo lo que se mueve. Y la Comunidad Autónoma de La Rioja no está siendo ajena a ese fenómeno, ni mucho menos, de lo que dan fe los tres nuevos impuestos que acaba de establecer.

En efecto, por medio de Ley 7/2012, de 21 de diciembre, de medidas fiscales y administrativas para el año 2013, la CAR ha establecido los tres impuestos siguientes: el Impuesto sobre los grandes establecimientos comerciales; el Impuesto sobre la eliminación de residuos en vertederos; y el Impuesto sobre el impacto visual producido por los elementos de suministro de energía eléctrica y elementos fijos de redes de comunicaciones telefónicas o telemáticas.

Estos tres impuestos, nuevos en el panorama fiscal riojano, son, empero, tres veteranos de la absurda fiscalidad medioambiental autonómica. De entre ellos, es de destacar el Impuesto sobre grandes establecimientos comerciales, no por nada en particular, pues es un tributo tan absurdo como los otros dos, sino porque respecto del mismo, en sus versiones catalana, navarra y asturiana, ya han recaído sendos pronunciamientos del TC (STC 122/2012, STC 197/2012 y STC 208/2012: véanse las NOTAS DE ACTUALIDAD 157, 161, 172 y 174), eso sí, pronunciamientos todos ellos muy parciales y “condescendientes”.

Como diría Tom Sharpe ¡ánimo, Wilt!

José Ignacio Rubio de Urquía