La crisis económica por la que está atravesando Occidente, y que azota con especial virulencia a Canarias, está poniendo al descubierto las carencias estructurales del REF actualmente vigente en el archipiélago. Como prueba de ello, basta con apuntar que el más potente de los incentivos fiscales integrantes de la especialidad canaria, la RIC, no sólo no está cumpliendo su función sino que, más al contrario, está resultando ser contraproducente en muchos casos.

Tal estado de cosas está llevando a amplios sectores de la clase política canaria y a los agentes económicos del archipiélago a plantear la necesidad de abordar urgentemente una reforma integral del REF; algo verdaderamente impensable sólo hace unos meses. Es el caso, sin embargo, que cualquier reforma de la especialidad canaria que se emprenda está destinada al fracaso, más pronto que tarde, si previamente no se definen con claridad dos cuestiones trascendentales, a saber:

-En primer lugar, es imperativo diseñar un modelo económico que contemple la realidad insular y señale el cauce por el que ha de transcurrir la actividad económica del archipiélago a medio y largo plazo, adecuando el nuevo REF a la consecución de los objetivos estratégicos inherentes a ese modelo económico.
-En segundo lugar, también es imperativo hacer entender que, desde un punto de vista estrictamente jurídico-positivo, el REF descansa actualmente en la condición de Canarias como Región Ultraperiférica de la Unión Europea (RUP).

Sea como fuere, la reforma integral del REF ha de conseguir, además, la vertebración vertical de la especialidad canaria en los tres órdenes que constituyen el marco jurídico-positivo en el que la misma se encuadra, lo que no sucede en la actualidad; órdenes esos que son el comunitario, el constitucional y el estatutario.

J.I.R.U.